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“¿Es bueno para nuestros bebés ser portados?” por Elena López

Artículo publicado originalmente en Monitos y Risas

Desde que soy mamá me he conectado con mi parte más “animal”, en el “buen” sentido de la palabra. Me parece importante no perder de vista lo que somos, mamíferos, y tenerlo en cuenta a la hora de tomar decisiones respecto a nuestra forma de vida y, cómo no, de Crianza.

Entonces, ¿es realmente bueno para nuestros bebés ser portados, desde este punto de vista? En estos tiempos que corren, el instinto lo solemos tener enterrado entre un montón de información, costumbres, prejuicios, opiniones… Y muchos de nosotros necesitamos tener algo “tangible” a lo que agarrarnos, algo “científico” que argumentar si nos preguntan…o nos preguntamos (que no siempre vienen las dudas de fuera). Yo soy de las que necesitan que la cabeza respalde al corazón. Y por eso, en su momento busqué la respuesta a esa pregunta, ¿es realmente bueno para nuestros bebés ser portados? Este artículo es una recopilación y elaboración de lo que encontré.

Los mamíferos, hasta los años 70, se clasificaban en nidícolas (especies “de madrigura” o “de escondite”) y nidífugos (especies “de manada” ). Esta clasificación zoológica, si bien se aplica a todos los animales, se usó originalmente para clasificar aves según la clase de nidificación. Las nidíf ugas, o precociales, son las que, de polluelos, tras romper el cascarón, abandonan enseguida el nido: se les seca el plumón rápidamente, se desplazan por sí mismos y picotean alimento por sus propios medios. La madre se limita a ser guía, protección y modelo de conducta. Un ejemplo que tenemos bastante presente son las gallinas. Las nidícolas, o altriciales, se mantienen dentro del nido bastante tiempo después de haber roto el huevo. Nacen ciegos, desnudos e inmóviles. Lo único capaces de hacer es piar mientras abren el pico, en el que los progenitores, madre y/o padre, depositan la comida, pre-digerida por ellos mismos. Además, sus padres también tienen que proporcionarles calor. Poco a poco, estos polluelos van creciendo y evolucionando hasta que llega un día en que, enseñados y provocados por los adultos, finalmente abandonan el nido. Esta necesidad tan intensa de cuidados implica una redu cción en el número de crías, así como un mayor contacto entre generaciones que lleva implícito una mayor organización social. También tiene como consecuencia y/o causa un mayor desarrollo del sistema nervioso central y periférico. Ejemplo de este tipo de aves son los buitres, que suelen tener un único polluelo al que crían y cuidan constantemente durante dos meses, y que hasta los 3 meses y medio no abandonará el nido.

Como decíamos, esta clasificación es similar para los mamíferos, aunque la mayoría no tenga nido propiamente dicho. La gran diferencia entre los mamíferos y las aves es la gestación intrauterina (en la mayoría de los casos) y la alimentación inicial de los nacidos mediante la leche materna. Entre los mamíferos, aquellos con un sistema nervioso de desarrollo relativamente simple y rápido nacen indefensos, son los nidícolas (o especies “de madriguera”). Los recién nacidos son totalmente dependientes de un cuidado materno constante y en todos los ámbitos. Muy dependientes, pero por poco tiempo. Sus gestaciones, la lactancia, la maduración hasta la capacidad reproductiva y, con ello, la repetición del ciclo, son aceleradas. Además, cada camada suele ser numerosa. Los bebés permanecen en el nido, su entorno seguro, ya que no son capaces de desplazarse por sus medios; son prácticamente ciegos y sordos (tienen los ojos y el interior de los oídos cerrados), además de incapaces de mantener su temperatura corporal de un modo constante (en esto ayuda mucho tener hermanos que te den calor). Están tranquilos en ausencia de la madre y en compañía de los hermanos; su seguridad depende del silencio, ya que cualquier depredador podría hacer presa fácil, ya que no son capaces de huir por sus propios medios, ni de percibir claramente la amenaza. La leche materna sacia mucho, pueden estar sin ser alimentados mucho tiempo, permitiendo a la madre abandonar el nido en busca de comida. Incluso, estos bebés no evacuan por sí mismos, ya que el olor de las heces y orines podrían delatarles. Cuando llega su madre, les estimula mediante un masaje realizado a lametones, y entoces defecan. Los roedores pertenecen a este grupo.

Cuando la especie tiene un desarrollo del sistema nervioso sustancialmente mayor y más complejo, normalmente se trata de una especie nidífuga (de manada). Éstas tienen una preñez más prolongada y menor número de hijos (normalmente uno) en cada embarazo. Al nacer, ya tienen las características propias de su especie, parecen miniaturas de los padres. La piel funciona al 100% de sus posibilidades, por lo que pueden autorregular su temperatura corporal; ven y oyen bien (sus órganos sensoriales están completamente desarrollados y operativos); se mueven con facilidad y emiten sonidos igual que los adultos. Una vez terminado el masaje-baño que le suele dar la mamá con su lengua nada más nacer, la cría al poco se levanta, busca la leche materna y es capaz de seguir fácilmente a su madre. No tienen nido, por tanto su seguridad depende de su capacidad para seguir a la madre y a la manada. De hecho, gritan si están solos o separados de su mamá, pues esto supone un gran peligro para ellos. La leche materna es, por tanto, muy baja en grasa, no sacia tanto, lo que obliga a la cría a estar alimentándose constantemente y, consecuentemente, siempre cerca de la madre. Los rumiantes como las vacas pertenecen generalmente a este grupo.

Hay, no obstante, especies intermedias, como por ejemplo, los cánidos (perros, lobos, etc.) y felinos (gatos, tigres, etc.), que son nidícolas y dependientes de sus padres durante bastante tiempo, y poseen un sistema nervioso muy desarrollado, con un entramado social elaborado. Pero ni siquiera en estas encajamos los humanos. Y son los humanos los que hoy nos interesan ;)

El ser humano recién nacido (y algunos otros animales) tiene capacidad de regular su temperatura bastante bien aunque con “fallos”; oye ya antes de nacer y ve sombras-luces y siluetas, tiene los órganos sensoriales desarrollados, pero la funcionalidad aún no está al 100 % (podríamos decir que tenemos la maquinaria está lista, pero aún no nos hemos leído el manual de instrucciones); necesita alimentarse con mucha frecuencia comidas poco energéticas: la leche materna tarda en llegar al intestino entre 20 y 90 minutos, por lo que necesita comer cada muy poco. Si son dejados solos, gritan para avisar a su madre de dónde están y de que corren peligro. Sin embargo, el recién nacido humano no es autónomo en absoluto (tardamos muchos años en serlo), no puede seguir a su mamá ni usar las vocalizaciones de los adultos; necesita a su madre para su protección, calor y comida, como hemos dicho. No es una mini-copia de un adulto, no sólo va a crecer y a engordar, sino que cambiará su morfología (si nos fijamos, la proporción del tamaño de la cabeza de un bebé respecto a su cuerpo es totalmente diferente a la del adulto). De ahí que Portman (zoólogo suizo, catedrático de zoología en la universidad de Basilea, director de su Instituto de Investigaciones Zoológicas y director científico de su Jardín Zoológico) en los años 40 del pasado siglo nos clasificara como nidícolas secundarios y, a la vez, nidífugos desvalidos. Según él, esta clasificación se caracteriza por la dependencia extrema, como los nidícolas, combinada con características de los nidífugos, como los hijos generalmente únicos.

Portman defiende que somos nidífugos con un parto muy prematuro. O de otro modo, deberíamos nacer tras 21 meses de gestación. Ya decía Tomás de Aquino que el hombre “después de salir del útero, antes de adquirir el uso del libre albedrío, es contenido por el cuidado de los padres, como en un cierto útero espiritual”. A los supuestos 21 meses de gestación, aproximadamente los 12 meses de vida, el bebé ha adquirido el control de la columna (es capaz de mantenerse sentado, gatear, llevarse comida a la boca…), y ya encajaría mejor en la clasificación de nidífugo.

Nos llama Portman “prematuros fisiológicos o normalizados“, indicando que el motivo de esta particularidad es lo que se conoce como “dilema obstétrico“. Esto es, la relación entre la cabeza del bebé y el correspondiente canal de parto impide un crecimiento intrauterino mayor, ya que el parto no sería viable: la cabeza no podría pasar. Se debe a dos hechos, por un lado, la bipedestación trae consigo el estrechamiento de la pelvis y caderas. Por otro lado, el desarrollo de un cerebro cada vez mayor trajo consigo un cráneo mayor para poder albergarlo. La evolución solucionó este problema provocando el parto prematuro del bebé humano. Sin embargo, este hecho en lugar de ser un inconveniente parece ser favorable e incluso decisivo para el contacto precoz del bebé con su entorno humano y por tanto cultural. Si la Naturaleza lo hace así, por algo será.

Otro motivo para considerarnos de esta manera es el vínculo intergeneracional, más importante aún para Portman que el dilema obstétrico, que acabamos de explicar. En resumen, desarrollos de sistemas nerviosos más complejos van acompañados de vínculos personales más elaborados. Este vínculo intergeneracional de las especies es el eje de su enfoque. Por tanto, me parece importante detenernos un poco para comentarlo, aunque sea someramente.

El vínculo intergeneracional de las especies va de la mano con las variaciones cada vez mas enriquecidas de dichos vínculos en la medida en que las estructuras nerviosas centrales y periféricas respectivas aumentan en tamaño y complejidad. Es un proceso que se retroalimenta: según aparecen sistemas nerviosos más complejos los vínculos personales cada vez son más comprometidos, lo que parece ser que provoca a su vez que los sistemas nerviosos se enriquezcan. En la misma medida, además, la conservación de la especie pasa a depender menos del número de descendientes potenciales de cada pareja, en su lugar, el factor decisivo es el compromiso de éstos para con sus crías. Esto se traduce en que, conforme el cuidado de los hijos se intensifica por parte de los padres, la camada tiende a disminuir. O, visto de otro modo, conforme la supervivencia de las crías se va asegurando mediante un mejor cuidado, disminuye la necesidad de producir tanta descendencia, de modo que el esfuerzo se puede canalizar hacia otras actividades (como las relaciones sociales).

El cuidado parental no es otra cosa que una necesidad para asegurar la supervivencia de la progenie. Además, un cuidado prolongado favorece el desarrollo de un cerebro más complejo, donde se acumula y procesa mayor cantidad de información. Por el mejor cuidado, el cuerpo mejora (aumenta la masa corporal, la supervivencia ante los accidentes y/o enfermedades crece también, se mejoran las habilidades, etc.) y, con la capacidad de procesar más información y una mejor herramienta (el cuerpo) para manejar esa información, aumenta la supervivencia de las crías, favoreciendo una mayor progenie.

A fin de cuentas, la finalidad de la Naturaleza es preservar la vida.

Este vínculo intergeneracional va de la mano con el dilema obstétrico. Es de lógica que todo esto fue un proceso muy dilatado en el tiempo, es decir, a lo largo de la evolución se fue estrechando el canal de parto (conforme la especie conseguía andar erguida) y fue creciendo el diámetro craneal (conforme el volumen cerebral fue creciendo). Consecuentemente, el tiempo de gestación se fue reduciendo. Si este proceso pudo desarrollarse en el tiempo hasta llegar a nuestros nueve meses de embarazo, es porque había un entramado social, la tribu o manada, que facilitaba que la joven criatura fuera convenientemente atendida. Un bebé que nace antes de estar listo necesita mucha más atención, sobre todo en especies tan evolucionadas como nosotros, atención que los progenitores pueden proporcionarle si las necesidades más básicas están cubiertas: seguridad, alimento, cobijo, etc. Todo estos requerimientos se cumplen más fácilmente dentro del grupo.

Por otro lado, en los años 70, el biólogo y zoólogo Bernhard Hassenstein propuso una tercera categoría en la que parece que encajamos mejor: “criatura portada”, “llevadores” o “de acarreo”. Este científico comprobó que había animales (como los primates, grupo al que pertenecemos) no clasificables en ninguna de las categorías anteriores. Los llevadores, según la visión de Hassenstein, son aquellos que tienen crías que son llevadas por sus madres, normalmente agarrados al pelaje (portadores activos; si bien también los hay portadores pasivos, como los humanos y algún tipo de primate, en que el bebé no se agarra y es la madre la que asume toda la acción de portear). De esta manera se mantienen a salvo, ya que están siempre cerca. En caso de quedarse atrás, chillan para avisar, porque si están solos quedan totalmente expuestos. Otras características son los órganos sensoriales parcialmente desarrollados y una inestable regulación de la temperatura, como dijimos anteriormente al referirnos a los humanos.

Se caracterizan por los reflejos de prensión en pies y manos, que permite agarrarse a la madre. Si bien los humanos pertenecen al grupo de los portados pasivos (que no son capaces de sostenerse solos sino que dependen de la ayuda del portador), nuestros bebés tienen ese reflejo. Los humanos perdimos el pelo así que el bebé no tuvo donde agarrarse, pero con el cambio del canal del parto las caderas de las mujeres pasaron a convertirse en un lugar mucho más prominente donde sentar al bebé. Fuimos evolucionando para ser cargados pasivamente. Junto con esta evolución todas las culturas desarrollaron algún tipo de portabebé, que facilitara el transporte y atención de las crías sin perder movilidad, es decir, sustituyendo la capacidad de la cría de mantenerse por sus propios medios con el portabebé.

Según las conclusiones de Hassenstein los portados son un tipo específico con necesidades específicas: necesitan la cercanía de la madre, así como el calor y el contacto corporal para seguir madurando y desarrollándose bien.

Para concretar un poco más, diremos que el ser humano pertenece a un tipo muy concreto de portadores: “Portador pasivo, tipo marsupial”. Evolutivamente hablando, no nos diferenciamos tanto de los humanos de hace 10000 años, que eran exclusivamente nómadas. De hecho, hoy en día, muchos pueblos tienen este estilo de vida. Esta forma de vida, que impide tener un nido, debido a que hay que moverse siguiendo el alimento, tiene como consecuencia este tipo concreto de portadores. Pasivo porque, como hemos dicho, no tenemos pelo donde agarrarnos, por lo que necesitamos un “accesorio” (un portabebé) que nos permita atender al niño, manteniendo las manos libres; de dicha “bolsa” proviene la especificación “tipo marsupial”, por referencia al marsupio (Ver nota en el siguiente párrafo).

Una nota aclaratoria, solemos encontrar referencias a los llevadores como “primates llevadores”. Esto no es del todo correcto, ya que hay llevadores, como los koalas, que no son primates. Llevadores son los primates y algunos marsupi. Los primates son placentarios, esto es, los embriones se desarrollan dentro del cuerpo de la madre, durante un período tras el cual nacen. Pertenecen al grupo de los euterios. Los marsupiales, sin embargo, pertenecen al grupo de los metaterios. Son mamíferos vivíparos también (los embriones se desarrollan en el útero materno), pero las crías nacen tan inmaduras y pequeñas, casi en estado larval, que deben trepar hasta una bolsa, el marsupio, que su madre tiene en el vientre. En el interior de esa bolsa el bebé se pega a un pezón a través del que se alimenta y vive piel con piel con su madre. Y no salen hasta que no están completamente desarrollados. Una vez desarrollados, la cría pasa una época en que sale y entra de la bolsa, a ratos se desplaza por sus propios medios, a ratos en el marsupio, a ratos es llevado por su madre (según las especies) hasta que llega un día en que se independiza.

En cualquier caso, ya seamos lleva dores, ya seamos prematuros normalizados, los bebés esperan ser cargados. Si somos llevadores, lo esperan porque está en nuestra biología: es necesario para el correcto desarrollo. Si coges un recién nacido, automáticamente adopta la postura de porteo: levanta y dobla las rodillas y abre los brazos y manos para sujetarse. Un bebé intranquilo se calma en brazos. Así está cerca de la leche materna y protegido por su madre y, por tanto, por la manada-tribu.

Si somos prematuros, lo racional es mantener en lo posible las mismas condiciones del embarazo: postura redondeada (la columna vertebral en forma de “C”), acceso rápido al alimento, cercanía con la madre, sonidos familiares, como la voz, latido y respiración de su madre, movimiento constante… La espalda se ha de mantener redondeada, como en el interior del útero, no podemos intentar enderezarla de golpe, sobre todo si deberíamos estar aún 12 meses más en el vientre materno: es de imaginar que no estaríamos muy estirados. El movimiento constante ayuda a la maduración neurológica, así como al desarrollo del sistema vestibular. Llevar al niño pegado facilita, además, la regulación de su temperatura, que en el vientre materno era constante.

En conclusión, resulta obvio (al menos para mí) que para el correcto desarrollo de los pequeños humanos, desde todos los puntos de vista: físico, psicológico, emocional y sanitario, es necesario que los bebés recuperen el sitio que les corresponde: en brazos de sus cuidadores, durante el tiempo que el niño lo demande, incluyendo el período en el que querrá subir y bajar hasta que finalmente ya no lo necesite. Y para ello, y como necesitamos los brazos para seguir nuestro día a día, nada mejor que un buen portabebé.

Fuentes:

Bernhard Hassenstein, Evelin Kirkilionis: Der menschliche Säugling, Nesthocker oder Tragling? Dans: Wissenschaft und Fortschritt 42/1992

Wikipedia, entrada “nidícolas”

http://www.mowgli.es/desarrollo-fisiologico.html

http://www.aamefe.org/confort.html

http://misteriosnaturaleza.forocreacion.com/general-f1/los-mamiferos-t13.htm

http://www.estadosgerais.org/terceiro_encontro/edelstein-especie.shtml

http://www2.udec.cl/etologia/Comportamiento.html

http://porunpartorespetado.espacioblog.com/post/2008/09/17/18-meses-embarazo

http://www.cib.uaem.mx/agebiol/Boletin_Febrero04.htm

http://www.centroamara.com/index.php/content/view/67/143/

http://milagrosdelmarhb.blogspot.com/2008/04/filosofia-del-cargar.html

Más información sobre el porteo:

Red Canguro, Asociación Española por el Fomento del Uso de Portabebés

Mi Saquito Mágico, el blog de Merce sobre Porteo

Mimos y Teta, el blog de Nohemí sobre Crianza Respetuosa

Marsupina, el blog de Sol sobre Crianza Respetuosa

Mowgli, tienda de productos naturales, con artículos sobre Porteo

En otros idiomas:

http://www.stillen-und-tragen.de

http://www.afpb.fr

http://www.okemakus.com

http://www.thebabywearer.com

http://www.peau-a-peau.be/

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Carlos González: «Los niños que duermen con sus padres tienen menos problemas»

El pediatra, defensor de la lactancia materna, recomienda la crianza natural de los hijos

Tener un hijo es una experiencia trascendente. Es como una semilla que se planta para garantizar el paso a la eternidad. Por eso es tan importante ser padres, más que el dinero o el trabajo, aunque muchas veces a los hijos no se les dedica el tiempo suficiente. Para el pediatra Carlos González, presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna (ACPAM), es un grave error. Hay padres que colman a sus hijos de regalos para tapar su falta de atención, cuando lo que necesitan son más horas de padre y de madre. González recomienda no hacer caso de los libros que dan consejos para criar a un niño porque lo mejor es dejarse llevar por el sentido común. Parece extraño que lo diga precisamente él, que acaba de publicar Entre tu pediatra y tú. Pero es lo que le dicta su experiencia como pediatra, pero también como padre de tres hijos, que ya comen y ya duermen.

Carlos González nació en Zaragoza en 1960

– ¿Cómo criar bien a un niño?
– Compartiendo el mayor tiempo con él.

– Pero hay muchos padres que tienen que trabajar.
– Sí, pero en el fondo todo el mundo se puede permitir cuidar de sus hijos. Mis padres lo hicieron conmigo. Es cuestión de prioridades.

– ¿De qué prioridades?
– Si quieres poseer muchas cosas materiales o estar más tiempo con ellos. A veces el nivel de vida no depende tanto del dinero que ganas sino de vivir cómo quieres y hacer lo que quieras.

– Sus padres lo educaron así.
– Preferían estar conmigo antes que trabajar, aunque no íbamos de vacaciones ni teníamos coche. Yo he seguido el mismo ejemplo. Cuando nacieron mis tres hijos dejé de trabajar y me dediqué a escribir desde casa, porque ¿hay algo más gratificante que ser padre?

– No lo he podido comprobar.
– Hombre, si eres ministro, premio Nobel o cirujano salvavidas, podría ser que fuera más gratificante, pero si eres un pediatra del montón, un paleta o trabajas en un supermercado, lo que más te gratificará serán tus hijos.

– ¿Por qué tener hijos es tan trascendente?
– Dentro de unas décadas lo único que quedará de nosotros será nuestra descendencia. Lo leí en la calle cuando era adolescente, en una pintada en la pared que decía: «Hay que considerar la posibilidad de que la inmortalidad esté en los hijos».

– Nunca me lo había planteado.
– Cómo sean y cómo vivan dependerá de nosotros.

– ¿Qué significa criar a un niño de forma natural
?
– Lo normal en la especie humana es hacer caso de nuestro bebé: cuando llora, cogerlo en brazos; si se despierta, consolarlo… Eso de ponerlo a dormir en una habitación aparte y no acostumbrarlo a los brazos se ha inventado recientemente.

– ¿Y si no quiere dormir solo?
– Sobre todo no hay que dejarlo llorar. Es igual que si llegáramos a casa y nos encontráramos a nuestra esposa sollozando, ¿no sería normal preguntarle qué le ocurre? ¿Y si es mi hijo, voy a pasar de largo y ponerme a leer un libro? ¡Pues claro que me voy a preocupar!

– ¿Qué tiene que hacer un padre si su hijo llora por la noche?
– Pues, hacer caso a su hijo, porque, sino, o bien no le dejarán dormir sus llantos o bien sus remordimientos, que durarán mucho más que los lloros. Y yo no quiero vivir con el recuerdo de que «mi hijo me llamaba y yo no fui».

– ¿También lo podemos meter en nuestra cama?
– Claro que sí. Normalmente es lo más cómodo, aunque hay quien se empeña en levantarse seis veces cada noche para consolar a su hijo, pero no estoy dispuesto a hacer ese sacrificio cuando todo se resuelve metiéndotelo en la cama.

– …
– Yo dormí con mis padres, y mis padres con sus abuelos. La mayoría de la gente también lo ha hecho, pero le cuesta salir del armario porque está mal visto. Dijo Gabriel Mistral que «es amargo todo hombre que nunca haya dormido en el regazo de su madre».

– Pero no hay ningún estudio científico que lo corrobore.
– El prejuicio es pensar que los niños que duermen con sus progenitores son más dependientes. Pero, según algunos estudios, los que pernoctan en la cama de sus padres tienen menos problemas de salud mental.

– Vaya.
– Los padres suelen imponer a sus hijos normas absurdas que hacen sufrir a sus hijos y a ellos mismos. Por ejemplo, no cogerlos en brazos a menudo o dejarlos llorar cuando los ponen a dormir solos.

– Entonces, ¿qué normas hay que seguir?
– Las que quieran los padres, las que les resulten más cómodas de llevar a la práctica. Estoy convencido de que no se necesitan libros para criar a un niño.

– Y lo dice usted que es escritor, además de pediatra.
– Sí, me di cuenta de que muchos padres o bien se sentían preocupados por no poder poner en práctica los consejos que leían en libros o bien se les partía el corazón cuando los aplicaban.

– ¿Los padres se preocupan a veces demasiado por sus hijos?
– En cierto modo sí. Y pienso que es consecuencia de que la mayoría de la gente tiene menos hijos que antes y se preocupa por cosas absurdas. Una madre me llegó a decir que qué podía hacer si a su bebé no le gustaba el calabacín. Pero, ¡si muchos padres con siete hijos ni se cuestionan si estos se alimenten a base de hamburguesas y patatas fritas!

– ¡Qué diferencia!
– Hoy en día el 80% de las madres son novatas porque no llegan a tener más de un hijo.

– Y aún así no consiguen educarlos como quieren.
– En España los niños empiezan a ir a la guardería a los cuatro meses de vida, cuando en países como Alemania sólo van un 6%, y en Finlandia la escuela normal no empieza hasta los siete años. Por no hablar de los padres que dejan al niño una hora antes de empezar las clases y los recogen una hora después de terminarlas.

– Tienen que ir a trabajar.
– Sí, y como muchos se sienten mal, intentan compensarlo dándoles todo su afecto y cariño cuando están con ellos. Pero hay otros padres que, como les han dicho que coger a un niño en brazos o hacerle demasiadas caricias es malcriarlo, optan por comprarles juguetes, aparatos electrónicos y llevarlos de vacaciones, con lo cual necesitan trabajar más y, por tanto, estar menos con sus hijos.

– Es un pez que se muerde la cola.
– A veces sustituimos las cosas realmente importantes, como el contacto, el cariño y el afecto, por cosas materiales. Da pena escuchar a padres con niños adolescentes problemáticos decir «ay, con las horas que he trabajado para que no le faltara de nada», pero a lo mejor lo que necesitaba ese niño eran más horas de padre y de madre.

– Incluso, hay niños que no quieren comer mientras sus madres trabajan.
– Sí, este fenómeno es frecuente en niños de cuatro o seis meses de edad. Es una conducta que se observa sobre todo en bebés que toman el pecho. La mayoría de los niños, si fuera por ellos, estarían mamando hasta los dos o cuatro años.

– ¿La solución es conciliar mejor vida laboral y familiar?
– Efectivamente, tenemos una de las tasas de natalidad más bajas de Europa. Otros países como Suecia tienen dos años de baja por maternidad o reducción de jornada con sueldo entero. Pero en España las ayudas cuando tienes un hijo son una auténtica vergüenza.

– Lo más importante para criar a un bebé es…
– No decirle muchas veces te quiero, porque no lo entiende, hay que demostrárselo: abrázale, bésale mucho y hazle sentir que estarías dispuesto a todo por él.

Publicado originalmente en La Vanguardia, el 02.04.2010

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Publicado originalmente en la Revista Consumer Eroski

Los niños no nacen con instrucciones ni falta que hace. Así lo defiende Carlos González, uno de los pediatras que más consultas recibe sobre el cuidado de los hijos, 5.000 nada menos. Su secreto reside en aplicar el sentido común y su estrategia no es otra que amar al niño por encima del agotamiento, del estrés y de la desesperación. Como padre de tres hijos sabe lo que es no dormir por la noche durante meses y lo incompatible que resulta en este país conciliar la vida laboral y la familiar. Recalca que los niños no lloran por molestar sino porque lo pasan mal y lo que quieren es estar con sus padres, sobre todo con la madre. Defensor de la la lactancia materna, no comulga con la idea de que los niños pasen muchas horas en la guardería, salvo cuando sea estrictamente necesario e invita a reflexionar sobre seguir el modelo de muchos países nórdicos de un cuidador por cada tres o cuatro niños.

¿Qué se necesita para criar a un bebé de «forma natural»?

La crianza natural engloba acciones como responder al llanto del niño, hacerle caso, procurar estar con él sin miedo a que se malcríe, etc. Y, por otra parte, aunque normalmente incluye la lactancia materna, una madre que no da el pecho también puede criar a su hijo de forma natural.


¿La crianza natural es tan importante como la lactancia natural?

Es más importante porque a lo largo del siglo XX y finales del XIX se nos ha hecho muy difícil criar a nuestros hijos. Se han difundido toda una serie de normas acerca de que no hay que cogerlo en brazos porque se malcría, como que llorar es bueno para los pulmones, como que no hay que meterlo en la cama contigo porque no saldrá en la vida… hasta el punto de que criar a los niños es casi algo molesto. Pero si no tienes a tu hijo para cogerle en brazos y contarle cuentos, para qué lo tienes.

Esa es la teoría del «malcriamiento» que critica en sus libros

Sí, las personas deben comprender que malcriar es criar mal. Malcriar no es cogerle mucho en brazos, estar mucho con él o cantarle muchas canciones. Malcriar es no hacerle caso, abandonarle….

«En Alemania sólo el 6% de los niños acuden a la guardería antes de los tres años y en Finlandia el porcentaje es menor todavía»


¿Pero usted cree que ahora se malcría a los niños, de acuerdo a la definición que acaba de exponer?

Hay de todo. Depende de la teorías que hayan seguido los padres y de las circunstancias socio económicas. Me refiero a aquello de que si no haces lo que piensas, acabarás pensando lo que haces; los padres que se ven más o menos obligados a dejar al niño muchas horas porque tienen que ir a trabajar para pagar la hipoteca acabarán pensando que eso es lo mejor para el niño porque en la guardería les estimulan mucho y les tratan muy bien. Si pensasen que en la guardería hay muchos niños y no hay tiempo material para estimularles, se sentirían mucho peor.


¿Las propias condiciones de vida en las que nos movemos en la sociedad actual invitan a la malcrianza?

Sí, el problema es que se puede formar con facilidad un círculo vicioso, es decir si sabes que lo está ocurriendo está mal, aunque no quede más remedio que hacerlo, intentarás cambiarlo. Pero si llegas a creerte que está bien, ya te quedas así. En Alemania sólo el 6% de los niños acuden a la guardería antes de los tres años y en Finlandia el porcentaje es menor todavía, y son países con un mejor rendimiento académico que el nuestro.

Pero para disfrutar de estos estándares que predominan en otros países hace falta pagar más impuestos, y que las empresas cambien de actitud.

Bueno, en esos países también han tenido que tomar decisiones, a mí me han dicho que ya tenemos brotes verdes. Habría que empezar a pensar en qué nos gastamos el dinero.


Una pareja joven trabajadora y sin familia cerca del hogar no tiene otra opción que dejar a su hijo en la guardería. ¿Está malcriando a su hijo?

No hay una sola manera de criar bien a un hijo ni hay una sola manera de criarlo mal. A mí lo que me molesta es que haya gente por un lado que tiene buenas ideas a la que engañan y le hacen creer otra cosa: «yo lo cogería en brazos, pero no lo hago porque dicen que se malcría» o «yo lo metería en la cama con nosotros cuando llora pero no lo hago porque me han dicho que tendrá problemas de sueño toda su vida». Personas que se están sacrificando haciendo cosas que en el fondo les molestan y no son naturales, que no les gustan pero lo hacen por seguir las normas que fijan otras personas. Y, por otra parte, hay quienes toman decisiones que es posible que a lo largo de un tiempo se arrepientan porque no tienen todos los datos en la ecuación para poderse decidir. Si te dicen: «trabajar los dos es imprescindible» y por otro lado, «el niño en la guardería está de maravilla». Aquí no hay problema. Pero si te explicasen que en la mayoría de los países occidentales el máximo de los bebés por cuidador en una guardería es de cuatro legalmente, en otros de tres y en España es de ocho… igual la conclusión a la que llegarían los padres sería diferente. Se trata de reflexionar sobre cuánto dinero te puedes gastar en coche, cuánto en unas vacaciones, cuánto en comprar un apartamento en la playa y cuánto en criar a tu hijo.

Es una cuestión de prioridades, entonces.

Exacto. Los padres tienen que tomar la decisión con libertad y yo lo que hago es darles toda la información necesaria para ayudarles a que la tomen. Estoy convencido de que no hacen falta libros para criar a un hijo y no quiero que los hijos tengan manual de instrucciones. Es necesario más cariño y menos instrucciones para criar a un niño. Para aprender es mejor hablar y estar con un grupo de madres con sus hijos que leerse un libro en casa.


El instinto también es importante, ¿hay que dejarse llevar por él?

Es importante y en algunas cosas sí hay que dejarse llevar y en otras no. Nuestro instinto nos dice que cuidemos a nuestros hijos y es positivo, pero también nos dice que cuando alguien nos molesta hay que pegarle un bofetón y no lo hacemos.

Y en el caso de los niños, ¿el instinto hay que seguirlo o no?

La mayoría de las veces sí porque el instinto ha ayudado durante millones de años a los padres a cuidar a sus hijos, de lo contrario no estaríamos aquí.


Entonces, guarderías ¿sí o no?

Debería ser sólo cuando no hubiera más remedio. Sería conveniente cambiar nuestro sistema socio-económico para que en la mayoría de los casos no fuera imprescindible llevar al niño a la guardería, y para aquellos casos en los que sí fuera imprescindible habría que hacer mejores guarderías.

El consuelo es que en la guardería se socializan, ¿no?

"Malcriar a un niño no es cogerle mucho en brazos, estar mucho con él o cantarle muchas canciones. Malcriar es no hacerle caso, abandonarle?"

La socialización no necesita para nada guarderías porque de entrada los niños pequeños no se socializan. Es a partir de los tres años aproximadamente cuando empiezan a jugar unos con otros. Y eso lo pueden hacer en otros sitios. Muchas veces pensamos que los niños cambian porque les educamos y en algunos aspectos es así, sin duda, pero la mayoría de los cambios que experimentan los niños se deben a que crecen. A los dos años dicen unas cosas, a los cinco otras y a los doce otras.

Abuelos. ¿sí o no?

Los abuelos son lo mejor que hay después de los padres. Es muy positivo que los abuelos participen mucho en la vida del niño. Puestos a separarse durante siete horas de la madre, seguro que para un niño de dos años es mejor estar con los abuelos que estar hasta siete horas en la guardería. Ahora, tampoco recomiendo que estén siete horas con los abuelos porque lo que el niño realmente necesita es estar con sus padres, sobre todo con la madre. Los padres enseguida aprendemos que esa pregunta de a quién quieres más a tu mamá o tu papá sobra.


Entonces, ¿dónde queda en la crianza del niño la figura del padre?

Todos los niños necesitan tener un vínculo afectivo con una persona concreta, según la teoría se le llama «figura primaria», y en la práctica se le llama mamá. Puede no ser la madre y un niño puede establecer su vínculo primario con la abuela, el padre… . Lo que es seguro es que hay solo uno primario, el resto son secundarios. El padre, si se esfuerza un poco, puede disfrutar de los primeros puestos entre los secundarios, pero se tiene que esforzar. No puedes pretender que tu hijo te quiera mucho porque es su papel de hijo. Si el padre quiere tener un papel activo tendrá que dedicarle tiempo al niño. Pero como todo en esta vida, cuantas más horas le dediques, mejor saldrá. Son necesarias las dos cosas, pasar con el niño mucho tiempo y que ese tiempo sea de calidad. Luego ya, con el tiempo, los niños van necesitando más del padre.

Se habla mucho del tiempo de calidad, «poco tiempo con los niños pero de calidad»

Los niños están enamorados de sus madres y hay que saber que una separación con la madre durante tantas horas tiene como consecuencias que el niño se enfade, que pegue un manotazo…

¿Entonces con los bebés hay que tener tolerancia total?

No, tolerancia en todas las cosas que se pueden tolerar.

¿Cuáles no se pueden tolerar?

Cada cual tiene que tomar sus decisiones, seguro que si ves a tu hijo tirando macetas por el balcón o abriendo la llave del gas se lo vas a impedir. Pero si el bebé llora y reclama atención las 24 horas del día, no es que haya que tolerarlo, es que eso es tener un bebé normal.


Y qué hay de la necesidad de tener tiempo para los padres.

No es excluyente, por qué no estar con tu hijo. Cuando te casas todos están de acuerdo en que tu vida de soltero se acabó, no sé por qué nadie te dice cuando tienes un hijo que hay que hacer una despedida de pareja en el último mes de embarazo.

¿Estas opiniones que defiende están extendidas en la comunidad científica es un poco outsider?

Me da la impresión de que empecé como outsider, pero cada vez lo soy menos.

El sueño es uno de los quebraderos de cabeza de los padres con los bebés. ¿Algún consejo?

Creo que antes los padres lo daban por sentado, ya sabían que tener un hijo significaba pasar la noche en vela y a nadie se le ocurría que ese era un problema médico que había que consultarle al pediatra. En todo caso igual le pedían al médico de adultos vitaminas para soportar esas noches. Pero, claro, se han creado unas expectativas… a los padres les han dicho por una parte que los niños tienen que dormir solos y por la noche del tirón. Mis padres, por ejemplo, no sabían eso. Yo he dormido con mis padres hasta los seis años, por tanto ellos no sabían que había que dormir solos y como no había otra habitación en la casa… Por otra parte, se ha creado un temor, se les dice a los padres que «si el niño no hace esto de esta manera va a tener problemas cuando sea mayor, no va a salir nunca de la cama de los padres…» y todos se preocupan. Pero no es cierto que los bebés tengan que dormir solos -porque se ve clarísimo que les gusta dormir en compañía- . Cómo se puede hacer más caso a lo que lees en un libro que lo que ves cada día con tus propios ojos. Es el instinto reforzado por la observación. Me escriben madres que me dicen «cuando le dejo al niño en la cuna llora y sólo se calma cuando le cojo en brazos». Ya ha encontrado la solución. Nadie se quejaría ni se sorprendería si le recomendara unas pastillas homeopáticas para que se calmara o le hiciera un masaje… entonces ¿por qué causa tanto problema aceptar que el bebé se calma con el pecho y cuando se le coge?. Siempre da la impresión de que es una desgracia, nadie dice: qué maravilla, cada vez que mi hijo se despierta me lo meto en la cama y se vuelve a dormir enseguida. Es una solución fácil, barata.

Pero requiere esfuerzo

No, no. Lo que precisa esfuerzo es lo otro. Si yo recomendara que cada vez que el niño se despierte es necesario que los padres se levanten y le den un masaje … eso sí es esfuerzo.

¿Cuál es el sueño normal de un bebé?

No hay pautas. Si un bebé se despierta muchas veces por la noche el problema lo tienes tú que te tienes que levantar a la mañana para ir a trabajar porque luego el bebé sigue durmiendo. Todos los bebés acaban durmiendo las horas que necesitan y si no lo hacen por la noche lo harán durante el día.

¿Sus hijos le han dejado dormir bien?

Bueno, han hecho lo que han podido. Cuando tienes hijos no duermes igual, aunque eso no signifique que duermas peor. Recuerdo una época en la que me despertaba para estar de noche con mis hijos pero no lo recuerdo como un momento de desesperación. Eso es como cuando te vas de marcha por la noche, la pregunta es: ¿qué bien o qué mal lo he pasado?


El problema es que si estás una semana seguida de marcha y hay que trabajar se puede llegar a la conclusión de no querer salir de marcha.

O no querer trabajar. Está claro que no se duerme con la misma intensidad, pero tener hijos es esto, dedicarles tiempo, estar con ellos, consolarles cuando lloran, contestar a sus interminables preguntas…….

Son muchos los que dicen que los niños se guían por rutinas, ¿es así?

No creo que las rutinas sean necesarias y convenientes para el desarrollo de un niño y habría que ver si tu vida es más fácil con rutinas. Estoy convencido de que no son necesarias las rutinas porque los niños se adaptan a muchas cosas distintas, igual que los adultos. Por eso creo que si en algo tenemos que ayudar a nuestros hijos en su educación es a no tener rutinas. Yo quiero tener un hijo adaptable no un hijo que tenga rutinas.

Para descargar la entrevista en pdf, diréctamente de la publicación de Consumer Eroski, haz click aquí.

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Compartimos con tod@s vosotr@s la nota de prensa que hemos enviado a los medios, para informarles del «nacimiento oficial»  de nuestra asociación; desde aquí, queremos agradeceros a todos los que nos seguís habituálmente, por habernos apoyado en todo este camino. Seguiremos trabajando para fomentar la lactancia, la crianza y el uso de portabebés en nuestra comarca, e informando puntualmente en el blog.

Gracias a tod@s por estar ahí, nos vemos en las reuniones mensuales :).

Estimados Srs.

Les invitamos a la presentación oficial de la asociación pro-lactancia materna Lactabia, que tendrá lugar el viernes 12 de Marzo a las 18.00h, en la guardería municipal de Toreno.

Lactabia, Lactancia Materna Bierzo Alto, es una asociación de apoyo a la lactancia, la crianza y el uso de portabebés.

La idea de la asociación surge del encuentro entre la matrona de Bembibre, Pilar San Sebastian, y una mamá de la localidad, Patricia Suárez , que iniciaba su lactancia con las dificultades habituales, hace ahora dos años.

Desde entonces hasta ahora,  el proyecto se ha ido enriqueciendo con la colaboración de otras tres mamás lactantes, Vanessa  Fernández, Raquel  García y Noelia Sanabria; y la matrona de Toreno y Fabero, Sonia García.

Gracias a la labor desinteresada de todas ellas, por fin hoy Lactabia es una realidad. La asociación cuenta ya con estatutos, identidad fiscal y está registrando sus primeros socios.

A  partir del mes de abril comenzarán los encuentros periódicos, contando con dos puntos de reunión en el Bierzo Alto:

  • En Bembibre, y en colaboración con la matrona, se celebrarán reuniones los segundos miércoles de cada mes, a partir de las 17.30h, en el Centro de Salud.
  • En Toreno, gracias a la disposición del Ayuntamiento a través de la Concejalía de Mujer e Igualdad y Bienestar Social, serán los cuartos miércoles de cada mes, también a partir de las 17.30h., en la Guardería Municipal del municipio.

Animamos a todas las familias con bebés del Bierzo  Alto a acudir a estas reuniones, que nacen con el objetivo de convertirse en un punto de encuentro y ayuda para todos ellos.

Más información en https://lactabia.wordpress.com

Contacto: lactabia@gmail.com y 667 958 749

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“La guardería no puede criar saludablemente a un bebé”. Entrevista a Eulàlia Torras de Beà, médica, psiquiatra infantil y psicoanalista

” La guardería es algo que necesitan los padres…, pero no es lo que necesita un bebé”

“Atender sus necesidades de hambre, sueño y – sobre todo-cariño. No es sobreprotegerlo, ¡es protegerlo de lo que vendrá! Porque el niño así criado gozará de estabilidad emocional, autoestima y coherencia: estará bien preparado para los reveses que vendrán”

“Ante un hogar con abandono, conflicto permanente y agresividad crónica, ¡mejor una guardería, sí! La guardería es útil en ciertos casos y momentos, pero no es la opción principal para criar saludablemente a un bebé”
Eulàlia Torras de Beà

Madres a la oficina y bebés a la guardería a las 16 semanas de vida. Una separación muy temprana, que no haría ningún mamífero en libertad ni ninguna cultura tradicional en el planeta, es la pauta de crianza oficial que tienen interiorizadas la mayoría de familias modernas y que justifican muchos profesionales.

El Sistema está encantado porque tiene a los padres produciendo, con horarios irracionales y absurdos en España, y a los bebés les roba los cuidados elementales que necesitan de presencia física, el alimento propio de su especie y el amor constante de su madre o un adulto mínimo, y los va moldeando a conveniencia.

Muchas mujeres embarazadas se preocupan solamente por la elección de la clínica, la decoración de la habitación infantil y coger plaza en una buena guardería porque, desde el desconocimiento de las verdaderas necesidades del bebé humano, inconsciencia y condicionadas por una sociedad en la que “las mujeres son visibles y las madres invisibles“, creen que parir es un PARÉNTESIS EN LA AGENDA y que en breve se reanuda su vida “normal” como “si nada hubiera pasado”.

Pero sí ha pasado y esta nueva persona en nuestra familia se merece y necesita mucho más de lo que se le está dando actualmente.

Las voces contrarias a esta corriente de separación padres-bebés son políticamente incorrectas y han sido tachadas de antifeministas, carcas e incluso sobreprotectoras, pero cada vez hay más evidencias neurológicas, psicológicas y el puro instinto y sentido comun que denuncian una crianza anti-mamífera.

Una de ellas es Eulàlia Torras de Beà, médica, pisquitra infantil y psicoanalista, presidenta de la Fundació Eulàlia Torras de Beà, gestora de varios centros de salud mental infantil y juvenil y una de las firmantes del Manifiesto “Más tiempo con los hijos“.

Ella se reprocha así misma “haber callado demasiados años” y en esta entrevista de La Contra de La Vanguardia del 23 del 11 del 2009 argumenta a favor de la crianza con apego, explica la NO NECESIDAD y posibles efectos de la guardería TEMPRANA, que ni siquiera existe en otros países desarrollados, y aporta soluciones.

Y no se trata ahora ni de culpabilizarnos porque mandamos a nuestros bebés 10 horas a la guardería, porque es lo que considerábamos mejor o lo que podíamos, ni de auto-justificarnos con que están muy estimulados y equilibrados, sino de escuchar otras voces con argumentos serios, comprobar qué necesitan verdaderamente los bebés, ser conscientes de que existen opciones MEJORES (posponer la entrada en la guardería, reducir las horas, buscar un buen cuidador, cambiar nuestro ritmo y estilo de vida, excedencias-medias jornadas laborales-trabajar desde casa, etc.) y luchar por ellas: por nuestros próximos hijos, por nuestros nietos o por los niños de una sociedad más sana.

Estas son las palabras de la experta:

Soy lo bastante mayor para acumular experiencia y lo bastante joven para seguir aprendiendo. Soy de Barcelona. Soy médica, psiquiatra y psicoanalista. Estoy casada y tengo tres hijos y seis nietos. ¿Política? Favorable a los más necesitados. ¿Dios? Eso son cuestiones privadas

¿Qué tiene de malo una guardería?
Es algo que necesitan los padres…, pero no es lo que necesita un bebé

¿Y qué necesita un bebé?
La cercanía cálida, constante y segura de sus amorosos padres.

Pero si los padres no pueden…
Dejan a sus bebés cada vez más tempranamente en guarderías, sin calibrar las consecuencias…

¿A qué edad entran los bebés en guarderías?
¡Con cuatro meses! Algo impensable hace 40 años…

¿Y qué consecuencias tiene esto?
Mala crianza. Asumimos como normal que nuestros bebés enfermen, ¡y no lo es!

¿Enferman por culpa de la guardería?
Multiplica las posibilidades de enfermar: el bebé está más expuesto a gérmenes… y, sobre todo, más propenso a toda afección.

¿La guardería acentúa la propensión a enfermar del bebé?
Sí. El propio hogar, los brazos de mamá y papá, un círculo reducido de personas… ¡eso es lo que fortalece emocional, cognitiva y físicamente al bebé! La guardería, en cambio, puede comprometer su desarrollo.

¿Tanto como eso?
El ingreso en la guardería lo hace retroceder temporalmente en competencias que está adquiriendo, como hablar, caminar…

¿Por qué?
Un entorno estable proporciona seguridad al bebé, seguridad que lo anima a explorar: así madura bien. Alterar su entorno le resta seguridad, lo que frena su desarrollo.

¿No está dramatizando, doctora?
Lo confirman los últimos hallazgos en neurociencias y psicología evolutiva.

¿Me los resume?
De los cero a los dos años, cuando más plástico es el cerebro, las neuronas del bebé se desarrollan según la calidad de los estímulos que recibe por interacción con las personas centrales de su mundo: abrazos, achuchones, caricias, risas, balanceos, movimientos, sonidos, voces, cantos, palabras, mimos, cariños, músicas, olores, colores, sabores…

¿Y besos?
Y besos. Todo eso sofistica y enriquece su sistema neural y nervioso, el sistema desde el que establece su relación emocional y cognitiva con el mundo y consigo mismo.

¿La guardería no da esos estímulos?
Imposible en grado óptimo, improbable en el necesario, difícilmente con la intensidad y calidad de unos papás atentos y amorosos.

Ya no existen a tiempo completo.
Y quizá por eso llegan cada día a las consultas más psicopatologías en niños cada vez menores… ¡España es ahora el tercer país que más psicofármacos receta a menores! Cortamos síntomas sin analizar causas.

También padecemos en España un elevado fracaso escolar.
Tampoco analizamos causas, preferimos castigar o etiquetar: “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”, y medicar.

Ir pronto a la guardería ¿no garantiza una mejor escolaridad ulterior?
No. Hay que escolarizar al niño justo cuando empieza a quedársele pequeño su hogar.

¿Y a qué edad sucede eso?
No antes de los tres años.

¿Tan tarde?
En Finlandia los padres no están obligados a escolarizar a sus hijos ¡hasta los siete años! Y Finlandia es el país con menos fracaso escolar de Europa, vea el informe PISA.

Seguro que concurren otros factores…
El principal es que el Estado sufraga durante el primer año a los padres. Y luego permite horarios laborales intensivos o reducidos. Así, ¡los padres pueden criar a sus hijos! Y un niño bien criado en casa llegará a la escuela muy estimulado, con ganas de descubrir. Y aprenderá más y mejor.

O sea, que deberíamos mimar al bebé.
Atender sus necesidades de hambre, sueño y – sobre todo-cariño. No es sobreprotegerlo, ¡es protegerlo de lo que vendrá! Porque el niño así criado gozará de estabilidad emocional, autoestima y coherencia: estará bien preparado para los reveses que vendrán.

¿Y no será así si se ha criado con mucha guardería o en un orfanato?
La pobreza de estímulos empobrece su desarrollo: serán niños poco orientados, intemperantes y más agresivos, más vulnerables a la frustración, más depresivos…

Diga algo bueno de las guarderías.
Muchas tienen excelentes cuidadoras, pero repartirse entre tantos niños imposibilita la calidad de la atención personalizada.

Mejor una guardería que algún hogar.
Ante un hogar con abandono, conflicto permanente y agresividad crónica, ¡mejor una guardería, sí! La guardería es útil en ciertos casos y momentos, pero no es la opción principal para criar saludablemente a un bebé.

Envíe un mensaje a los padres.
Uno de la doctora Julia Corominas: “Dedicar tiempo a los hijos de pequeños os ahorrará mucho tiempo cuando sean mayores”. Ahorro en salud física, mental y emocional.

¿Qué haría si mandase en España?
En vez del populismo político de inaugurar guarderías, subvencionaría a los padres para que dedicasen tiempo a criar a sus hijos hasta los tres años: ¡eso sí sería progresista!

En algo sí habremos progresado en los últimos 40 años…
Sí: en conocimiento. Sabemos cómo optimizar el desarrollo de los niños. ¿Por qué no lo aplicamos? ¿Queremos su felicidad futura?

Vía entrevista: La Contra de La Vanguardia 23-11-2009
Foto: Camille Allen
Sitio oficial: Fundación Eulàlia Torras de Beà
Venta de libros de Eulâlia Torras: La Casa del Libro

En El Blog Alternativo: Más tiempo con los hijos
En El Blog Alternativo: Ser padres en Suecia es rentable
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Más información: Estudios del investigador Jay Belsky sobre guarderías y agresividad (El Mundo)
Más información: Cuanto menos tiempo pasa un niño con su madre, más agresivo (Holístika)
Más información: Escolarización de 0 a 3 años: Tenemos tetas y Holistika
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Más información: Carlos González
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Más información: Web de Casilda Rodrigáñez

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