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Posts Tagged ‘reciclar’

A raíz de un post de Bebés y Más  en el que mostraban una idea para re-convertir la cuna en una mesa de trabajo,  hemos encontrado muchas otras propuestas, a cada cual más original. ¿Qué vais a hacer con vuestra cuna? ¡Contádnoslo en lactabia@gmail.com!

Desde Achados de Decoraçao, vía Bebés y Más, se transforma la cuna en una mesa de trabajo, con mucho encanto:

Desde A little learning for two nos sugieren reconvertir la cuna en una mesa «de trabajo» para los peques, sus usuarios originales, que así podrán seguir utilizándola:

En el blog Brico-Carpintería nos dan la idea de reconvertir la cuna en un sofá con compartimentos guarda-juguetes (en las fotos faltan los cojines).

En la misma línea se mueve el blog Dulces Cabecitas, que nos explica paso a paso la transformacion de la cuna en sofá y añade la re-utilización de las barandillas como percheros.

Las opciones de reutilizar las barandillas de la cuna abren todo un mundo de posibilidades. Aquí sólo puedo decir ¡gracias por tu blog, Marcelina! Aquí he encontrado algunas de las ideas más originales.

Como tendal:

Con enlace a un tutorial (en inglés, pero muy completo en fotografías) de My Repurposed Life, para hacerte tu propio tendal.

Pero también puedes hacerte una vitrina para la vajilla, vista en el mismo blog que el tendal. Nuevamente en inglés, con hay tutorial paso a paso:

Como organizador de pared, vía Marcelina y visto en Craftynest, donde encontrarás el tutorial para hacerlo (también en inglés):

En High-Heel Foot in the Door nos cuentan como tapizar las barandillas para conseguir  un cabecero de cama:

¿Y un corcho para colgar las ideas? A falta de chinchetas, pueden ser perchas 🙂 Visto en Red Velvet Girls.

En Las Manualidades le dan a las barandillas un uso más ornamental para redecorar la habitación:

Pero también pueden darse nuevos usos a una cuna absolutamente funcionales. Visto en el foro Back Yard Poultry

Rosa Miñarro, aparte de mostrarnos otra opción más, convirtiendo la cuna en un cambiador con gran capacidad de almacenaje, aporta otras muchas ideas.

  • Venderla:  es un modo de recuperar parte del dinero invertido. Cada vez existen más tiendas de puericultura que incorporan una opción de compra-venta de artículos bebé de segunda mano (o en e-Bay directamente), tanto virtuales (Te lo Compro) como físicas (por ejemplo, Truki, ubicada en Vitoria).
  • Trocarla:  es una gran opción actualmente, cambiar tus artículos por otras cosas que necesites. Puedes hacerlo en el foro de Trueque TruequeAndo, seguro que encuentras algo que te interese a cambio de tu cuna.
  • Regalarla: bien a alguien de tu entorno a quien le venga bien, o a alguien a quien  no conozcas y le haga el mismo servicio 🙂 En nuestra provincia, puedes publicarlo en Facebook en el Grupo Te lo doy-León.
  • Donarla: hay organizaciones e instituciones que ayudan a familias con pocos recursos.  Por ejemplo Cruz Roja o Cáritas, ó a través de tu Ayuntamiento o Parroquia (para amueblar pisos de acogida, casas-cuna, etc.).
  • Guardarla para el futuro: si tienes pensando ampliar la familia y además tienes sitio para almacenarla 🙂
  • Por supuesto, reutilizarla inspirándote en alguna de las ideas de este post ¿Se te ocurre alguna otra? ¡No dejes de contárnosla en lactabia@gmail.com!

 

Todas las imágenes han sido localizadas utilizando el buscador de Google y los derechos de autor pertenecen a sus respectivos propietarios. Si eres el propietario de alguna de ellas y prefieres que no aparezcan en este artículo, o que se modifique algún comentario, por favor,  escribe a lactabia@gmail. com. Y si vas a utilizar este artículo en tu propio blog, por favor, no dejes de citar la fuente. Gracias.

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Lara Pérez Dueñas. Publicado en Ecoticias.com (Menéalo aquí)

“Bolsa Caca”. “Haz pipí en la ducha”. Parece que se estila el “marketing escatológico” para defender preceptos ecologistas… No me extenderé aquí sobre la campaña de la ONG Brasileña para ahorrar agua, sino sobre el revuelo de las bolsas de plástico que se ha creado en España. España, uno de los mayores productores y consumidores europeos de bolsas de plástico, va a restringir su uso en 2010, según el plan del Ministerio de Medio Ambiente, y alguna cadena de hipermercados ha aprovechado para lanzar su propia campaña de eliminación de bolsas de plástico y aparecer como una empresa ecológica y que pone “su granito de arena” por el medio ambiente. Ahondemos un poco más sobre la cuestión ambiental que plantean estas bolsas y las críticas que se escuchan ante su prohibición.

No se puede negar que el impacto medioambiental de las bolsas de plástico es enorme. Debido a su baja biodegradabilidad, y a su ligereza -vuelan fácilmente con el viento- las encontramos permanentemente en el medio ambiente y en particular en el mar, donde los animales pueden tragarlas y asfixiarse con ellas. Esto no solo ocurre con los grandes animales marinos como los delfines, tortugas, ballenas, sino que al irse descomponiendo en trozos más pequeños pueden ser tragados por pequeños peces, muchos de los cuales mueren. Achim Steiner, Director Ejecutivo de UNEP afirmó recientemente que, debido a su impacto sobre la fauna marina, las bolsas de plástico de un solo uso deberían “ser rápidamente prohibidas o retiradas en todas partes-no hay absolutamente ninguna justificación para seguir produciéndolas, en ningún lugar.”

Muchos críticos de esta retirada de las bolsas de plástico afirman que lo que hay que fomentar es el reciclaje de los plásticos. Por supuesto: en ningún momento los que abogamos por dejar de usar bolsas de plástico estamos en contra del reciclado de los plásticos. Pero como en todo, “el mejor residuo es el que no se produce“. Lo primero es reducir la cantidad de residuos que producimos. Solo entonces podemos pensar en reciclar lo que nos sobra (y solo en último lugar eliminarlo sin más tratamiento). Por lo tanto, antes de exigir el reciclado del máximo de residuos de envases -el contenedor amarillo-, es necesario que cese el sobre-envasado, que se fomente la venta de productos a granel y el ecodiseño (el diseño de los envases de manera que el residuo generado sea mínimo y fácilmente reciclable), pero también que se dejen de promover los envases de una sola porción, lo que tiene mucho que ver con nuestro modo de vida y de consumo.

Hablando de reciclaje, viene bien recordar que no existe “el plástico”, sino muchos tipos diferentes de plásticos. Hay plásticos más fácilmente reciclables que otros, según la familia a la que pertenezcan o los aditivos que contengan. Es necesario separar los distintos tipos de plástico para su reciclado, lo que no siempre es posible cuando los materiales están mezclados, incluso en un mismo producto. Es cierto que la tecnología sigue avanzando para conseguir una buena separación de los plásticos, pero esto es costoso y complicado. Por otro lado, los plásticos -o mejor dicho, los polímeros– son materiales de alta tecnología, que pueden tener usos muy importantes, beneficiosos y necesarios, por ejemplo: la elaboración de medicamentos. Parece bastante más útil guardar el poco petróleo que tenemos para fabricar materiales más importantes o sin alternativa que malgastarlo en un producto de usar y tirar que puede ser reemplazado fácilmente.

En cualquier caso, ¿se solucionaría el problema ambiental con una buena concienciación ciudadana para que ninguna bolsa quede abandonada? Permítanme dudarlo: las bolsas, tan ligeras y con forma de “paracaídas”, vuelan descontroladamente y se van desparramando por el medio desde las papeleras o contenedores, durante su transporte al centro de tratamiento, en la misma planta de tratamiento de residuos… Esto en el caso de que lográramos bajar hasta cero el 56% actual de españoles que nunca reciclan plástico.

Otra solución: las bolsas biodegradables. Existen bolsas biodegradables, compostables, fotodegradables, oxodegradables… Pero no debemos dejarnos confundir y pensar que en cuanto la bolsa sea desechada al medio, se desintegrará. La biodegradabilidad de estos productos se mide en unas condiciones muy específicas, por ejemplo las de una planta de compostaje. Si una bolsa compostable acaba en el mar o tirada encima de un arbusto no se desintegrará en pocos días, sino en pocos años. Tiempo más que suficiente para causar daños al entorno. Las foto u oxodegradables, que se degradan mediante la luz del sol o el oxígeno, no se degradarán en el mar ni en el fondo de un vertedero. Pero sobre todo, no está claro que estas bolsas no liberen productos tóxicos con su descomposición.

Realmente, utilizar recipientes reutilizables es, como siempre, la mejor manera de evitar el residuo y de ahorrar recursos: el capazo de toda la vida, el carrito de la compra, las mochilas… son alternativas a las bolsas de tela o de rafia, que también hay que promocionar, aunque controlando que no hayan sido fabricadas en condiciones inaceptables.

Es cierto que solemos emplear las bolsas de plástico de un solo uso como bolsas de basura en casa, en lugar de las que se comercializan -y que no salen gratis. En primer lugar, no me parece tan descabellado que haya que pagar por bolsa de basura: es una medida utilizada en muchos países para fomentar la reducción de los residuos en los hogares (si produzco menos basura, pagaré menos). Para los residuos orgánicos, y especialmente en los lugares donde existe recogida selectiva de orgánica, lo mejor es usar bolsas de plástico compostables, que se degradarán rápidamente. Por supuesto, estas bolsas no deben usarse para depositar los residuos de envases puesto que no son reciclables (y contaminarían los residuos depositados en el contenedor amarillo).

Dicho todo esto, no está de más mirar de manera más crítica toda esta campaña por la prohibición de las bolsas de plástico. Aunque es una medida que muchos esperábamos con impaciencia y reclamábamos desde hace años, no debemos dejar que se convierta en una mera limpieza de conciencia colectiva para justificar un modo de consumo totalmente insostenible. Nos encontramos con la paradoja de seguir yendo al centro comercial en coche, comprar gran cantidad de productos sobre-envasados que han viajado miles de kilómetros y que han sido fabricados con pesticidas y otros productos tóxicos, con derroche de agua y de energía, vendidos en grandes superficies con políticas medioambientales y sociales desastrosas…, eso sí: ¡sin usar bolsas de plástico!

Este tipo de medidas, como cambiar las bombillas normales por las de bajo consumo, o como la campaña “para ahorrar agua” con la que abríamos el artículo, David JC MacKay las compara muy acertadamente con “baldear el Titanic con una cucharilla”. Sí, debemos usar bombillas de bajo consumo y dejar de usar bolsas de plástico, pero debemos hacer mucho más: “Si cada uno hace un poco, conseguiremos sólo un poco. Para conseguir grandes cambios hacen falta grandes acciones”.

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