Cuando estaba embarazada, yo misma dije muchas veces que daría el pecho a mi hijo “si podía“. Este es el primer error que tenemos que corregir: dar el pecho no es cuestión de suerte. En principio TODAS LAS MUJERES PODEMOS DAR EL PECHO a nuestros hijos.
Las glándulas mamarias son un órgano más de nuestro cuerpo, como el corazón o los pulmones. Y por ello, pueden funcionar mal, o directamente, no funcionar. Pero es imposible que haya tantas mujeres a las que no funcione este órgano, y no tengan leche.
Así que lo primero es pensar que tener leche es lo normal, y no una suerte. Sólo hay que aprender a amamantar.
Y ¿por qué amamantar a tu bebé?
La leche materna es el mejor alimento que puede recibir un recién nacido, porque contiene todos los nutrientes que necesita. Además, mientras dure la lactancia, el bebé está protegido contra enfermedades como catarros, otitis, bronquitis, neumonía, diarrea, meningitis, síndrome de muerte súbita… Y también tendrá defensas contra enfermedades que pueda contraer de adulto, como el asma, la obesidad o la diabetes, entre otras.
Tampoco podemos olvidar el componente emocional de la lactancia, porque darle el pecho a tu hijo no sólo lo alimenta; también creará un vínculo afectivo muy intenso entre vosotros. El pecho alimenta, consuela y le da seguridad. Además te dará confianza en tí misma a la hora de cuidarle.
Para nosotras también es beneficioso dar el pecho: está demostrado que las mujeres que amamantan pierden más rápido el peso ganado en el embarazo. Cuando amamantas a tu bebé, se produce una hormona, la oxitocina, que hace que se contraiga el útero, por lo que sangrarás menos y tu útero recuperará antes su tamaño anterior. También se reduce el riesgo de anemia. Y a largo plazo, previene la osteoporosis, el cáncer de mama y el de ovario.
Tampoco podemos olvidar el importante ahorro económico que supone (alimentar con leche materna el primer año de vida supone un ahorro aproximado de 600 €). Es un producto natural, que no hay que fabricar, ni envasar, ni transportar.
Y además de ser el mejor alimento, viene con el envase más bonito: tú misma.
¿No crees que son suficientes razones para apostar por la lactancia materna?
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